En un contexto donde las empresas apuestan cada vez más por el voluntariado corporativo como vía para generar valor social y fortalecer su cultura interna, es fundamental que tanto los empleados voluntarios como los responsables de RSC y voluntariado estén adecuadamente formados. Esta formación no solo les permite comprender el impacto de sus acciones y actuar con eficacia, sino que también garantiza que los programas estén alineados con los objetivos estratégicos de la empresa y respondan de forma real a las necesidades sociales. Pero para generar un impacto real y duradero, no basta con tener buenas intenciones, a pesar de que sean la base: es esencial formar a los empleados voluntarios y a los gerentes responsables de RSC y programas de voluntariado.
¿Por qué formar a los emplead@s voluntari@s?
La mayoría de las personas que se involucran en actividades de voluntariado lo hacen con entusiasmo, pero muchas veces sin una preparación específica. Esto puede derivar en acciones poco estructuradas o de bajo impacto. Una formación adecuada permite que los voluntarios:
- Comprendan el contexto social en el que van a actuar.
- Adquieran habilidades necesarias para intervenir de forma efectiva (comunicación, trabajo con colectivos vulnerables, gestión emocional).
- Reflexionen sobre el sentido y el valor de su aportación, reforzando su compromiso.
- Eviten errores comunes derivados de la falta de conocimiento o sensibilidad cultural.
Además, formar a los voluntarios no solo mejora su experiencia, sino que multiplica el valor que aportan a las organizaciones sociales con las que colaboran.
El rol clave de los gerentes de RSC y voluntariado
Por otro lado, los responsables de diseñar y coordinar los programas de voluntariado tienen un papel fundamental en su éxito. Para que estos programas generen un impacto positivo tanto en la comunidad como en la cultura interna de la empresa, necesitan estar liderados por profesionales con una visión clara y herramientas adecuadas.
La formación para estos perfiles debe centrarse en:
- El diseño de programas alineados con la estrategia de sostenibilidad de la empresa.
- La medición del impacto social y corporativo del voluntariado.
- La gestión de alianzas con entidades sociales.
- La motivación y fidelización de los empleados voluntarios.
- La integración del voluntariado en la cultura empresarial.
Una inversión estratégica con retorno
Dicho esto, invertir en formación no es un gasto, sino una estrategia. Un voluntariado bien formado y estructurado genera beneficios tanto para la sociedad como para la propia empresa: mejora la reputación corporativa, fortalece el orgullo de pertenencia, desarrolla competencias clave en los empleados y construye vínculos sólidos con la comunidad.
La formación es el primer paso hacia un voluntariado corporativo transformador. Por eso, acompañamos a empresas y profesionales en el desarrollo de programas con propósito, impacto y valor compartido.
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